La Mortalidad Infantil !!

La Mortalidad Infantil !!

sábado, 4 de septiembre de 2010

Mortalidad infantil mundial está en un punto bajo récord


Por primera vez, la cantidad de niños que muere antes de su quinto cumpleaños cada año ha caído un récord de menos de nueve millones, un hito significativo en el esfuerzo mundial para mejorar las oportunidades de sobrevivencia de los menores, particularmente en el mundo en desarrollo, según datos recientes de Unicef.
La tasa de mortalidad infantil ha descendido en más de una cuarta parte en las dos últimas décadas –a 65 por cada mil nacidos vivos el año pasado, de 90 en 1990–, en gran medida por la distribución cada vez más amplia de tecnologías económicas, como vacunas contra el sarampión y mosquiteros para prevenir el paludismo.

 
Otras prácticas simples ayudan, dicen expertos en salud pública, como el incremento en la alimentación solo con leche materna durante los primeros seis meses de vida, lo que protege a los niños contra diarreas causadas por aguas sucias.



Los países ricos, organismos internacionales y filántropos, como Bill y Melinda Gates, han asignado millones de dólares a la campaña. Escolares y grupos religiosos también han intervenido, pagando los mosquiteros y programas alimentarios.

 
En conjunto, han ayudado a reducir la cantidad de niños menores de cinco años que murieron el año pasado, la que llegó a 8,8 millones –la más baja desde que se inició el registro en 1960, dijo Unicef, de 12,5 millones en 1990–.

 
“Son 10.000 niños que no mueren cada día”, señaló Ann M. Veneman, directora de Unicef. Aun así, todavía falta un largo camino por recorrer para lograr el objetivo establecido por los líderes de 189 países en el 2000: reducir la mortalidad infantil en dos terceras partes para el 2015. Todavía están relativamente descuidadas la neumonía y la diarrea, las dos causas principales de muerte infantil, en especial si se comparan con el paludismo y el sarampión, dicen los expertos.



“Si como mundo decimos que nos importa salvar a los niños, y atacamos sistemáticamente el problema, paso a paso, podemos hacer progresos, y es realmente importante que la gente sepa eso”, señaló Melinda Gates en una entrevista.

 
Uno de los descensos más vertiginosos en la mortalidad infantil se ha dado en este país, donde la mitad de los niños está atrofiada por la desnutrición, tan privados de médicos y enfermeras, que trabajadores con nivel educativo de enseñanza media administran antibióticos. No obstante, por cada mil infantes nacidos en el 2008, sobrevivieron a su quinto cumpleaños 125 más que en 1990.

 
El éxito de Malaui y el de países en desarrollo no eran inevitables. Sudáfrica, el país más rico subsahariano, aunque aquejado por lo que sus científicos y médicos describen como una fallida dirigencia política en cuanto a política de salud en la última década, es uno de solo cuatro países que han experimentado un aumento en las tasas de mortalidad entre niños menores de cinco años de 1990 al 2008. Los otros son Chad, Congo y Kenia, según los datos nuevos, producto de un análisis de encuestas domiciliarias y otras informaciones de Unicef, de la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial y la división de población de las Naciones Unidas.

 
Malaui ilustra la esencia de las campañas más exitosas para reducir la mortalidad infantil: ha encontrado formas creativas para conseguir tratamientos y métodos preventivos más rentables para mujeres y niños, incluso en áreas rurales remotas. Esa intervención ha incluido no solo mosquiteros y vacunas, sino también medicamentos para desparasitar y suplementos con vitamina A que refuerzan al sistema inmunológico.

 
Quizás el arma más poderosa de Malaui sea sus filas de más de 10,000 aldeanos, con nivel educativo de segunda enseñanza, que fungen como trabajadores de la salud. Con una capacitación mínima de 10 semanas, listas de control médico para ayudarse a diagnosticar a los asesinos de niños, y bicicletas resistentes administran medicamentos e inyectan.

 
“Estos días, cuando se enferma un niño en la noche, la madre puede tocar a la puerta de un asistente en salud”, dijo Teresa Frazier, con 40 años. Su propia hija de cinco años murió tras enfermar una noche cuando Frazier era una joven madre en una aldea malauí de chozas de adobe, ubicada a muchos kilómetros de la ayuda médica más cercana.

 
Un día reciente, Frazier caminó hasta la casita de dos cuartos de Blessings Mwaraya, de 27 años, un trabajador de la salud que vive entre árboles de plátano, aguacate y mango. Frazier, quien parió 9 niños, siete de los cuales sobrevivieron, dijo que ya no podría manejar a más. Fue a que le pusieran una inyección de Depo Provera para el control de la natalidad. Mwaraya, quien gana 90 dólares mensuales, sacudió la botellita de cristal con la solución, la extrajo con la aguja y la inyectó en el brazo. Expertos en salud dicen que la planeación familiar permite que las mujeres espacien los nacimientos y tengan menos hijos, ayudándolas a criar infantes más sanos y mantenerlos mejor en su crecimiento.


“Todavía es difícil alimentarlos a todos”, dijo Frazier sobre sus hijos sobrevivientes, y señaló la mísera producción de maíz en su pequeña milpa. Mwaraya expresó que si hubiera estado en la aldea cuando era más joven, habría decidido tener sólo cuatro hijos.



Mwaraya conservaba el Depo Provera en una caja de madera, dividida en compartimentos también llenos de medicamentos para los principales asesinos de niños: cotrimoxasol, un antibiótico barato, contra la neumonía; sales orales para rehidratación en caso de diarrea, y Coartem, una medicina contra el paludismo. “Mi interés era asistir a mis compatriotas que se enfermaban, pero nunca recibían tratamiento en las aldeas", expresó Mwaraya, vestido con un uniforme de pantalones azul claro y chaqueta de manga corta.

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